En tiempos -como todos los que en el mundo han sido- de políticos del montón, echámos a faltar el timbre bien afinado de quienes entre los más nuestros han merecido y merecen reconocimiento y se ganaron el prestigio con sus actos y la veneración con su retirada, sin quedar a medrar de por vida: Ramón Vargas Machuca Ortega, Medina Sidonia, 1948. Filósofo y político, se lo tiene bien ganado.
“La democracia no puede cumplir todas sus promesas. Cabe pedir a los
ciudadanos que moderen sus demandas y a los líderes que reconozcan
sus limitaciones. Lo importante es que el control esté garantizado.
Que las democracias decepcionen es, pues, natural.
Pero que defrauden, no, porque mina sus fundamentos. Y resultan
fraudulentas cuando las trampas al Estado de derecho dejan de
escandalizar y la legalidad pierde capacidad constrictiva, puesto que toda
regla resulta sumamente interpretable. Defraudan cuando en la
comunicación política prevalece la charlatanería y las palabras, a fuerza
de significar cualquier cosa, terminan por no significar nada: sólo sirven
como munición para confundir o manipular. Pero el fraude más dañino se
produce cuando los ciudadanos estiman irrelevante su capacidad de
control. Constatan tal asimetría de recursos de poder a disposición de
quienes les mandan o representan que los perciben como invulnerables,
mientras se ven a sí mismos impotentes”.
http://www.iceta.org/vm141108.pdf
http://es.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_Vargas-Machuca
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